L'autocratie russe ou le monde à l'envers La autocracia rusa o el mundo al revés Russian autocracy or the world turned upside down
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Resumen
Bajo el reino de Iván IV el Terrible fue elaborada la teología política y los modos de gobernar que dieron a la autocracia sus rasgos por varios siglos. Iván obtuvo que se le reconociera el monopolio de un contacto directo con Dios que lo autorizaba a invertir las normas, tanto las del Derecho cuanto las de la Iglesia. Sólo porque vivían en el mundo del pecado, sus súbditos consideraban que Iván invertía las normas. En realidad, sacralizado por Dios mismo, Iván pretendía comportarse en acuerdo perfecto con las disposiciones divinas que solo él conocia. La mistificación se extendió a otros dominios, como el origen de la corona y de la dignidad del zar así como su genealogía (los zares «descendian del emperador romano Augusto») y la de la nobleza rusa. Su pretensión a la inversión consiguió amplia aceptación. El resultado fue doble. Por un lado haciendo imprecisa la distinción entre lo verdadero y lo falso, Iván inauguraba la autocracia como un régimen no sólo absolutista sino despótico. Por otro lado, afirmando que su legitimidad derivaba exclusiva y directamente (sin la mediación de la Iglesia) de Dios, Iván excluía la idea, corriente en Occidente, de un pacto original entre el rey y su pueblo que le delegaba el poder. Sus súbditos quedaron total mente desposeídos de cualquier criterio tangible para juzgar en materia de legitimidad. Las relaciones que hoy llamamos politicas fueron subsumidas en la religion. (A)
Abstract
Under the reign of Ivan IV the Terrible, the political theology and the ways of ruling which characterized autocracy for many centuries were elaborated. Ivan could state his monopoly of a direct contact with God, and in that way he was able to invert both the law rules and the Church ones. Because they lived in the world of Sin, his subjects considered that Ivan was inverting the rules. But actually, sacred by God Himself, Ivan pretended to behave according to the divine dispositions only known by him. This mystification was extended to other domains, such as the origin of the crown and of the Tsar’s dignity, and his genealogy (Tsars were “descendants from the Roman Emperor Augustus”) and the genealogy of the Russian noblemen. His pretension was widely accepted. The result was double. On the one hand, by turning the distinction between true and false imprecise, Ivan began autocracy as a despotic regime, not only as an absolutist one. On the other hand, by assessing that his legitimacy came directly from God (without the mediation of the Church), Ivan excluded the accepted Western idea of a pact between the king and his people, who delegated their power to him. His subjects were left completely dispossessed of any tangible criterion to judge legitimacy. Those relations we nowadays know as political relations were absorbed by religion.
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