Recepciones de la tradición clásica y construcción de una alteridad hispana en la tradición vernácula española de Artes Historicae (s. XVI-XVII) Receptions of Classical Tradition and the Building of Spanish Alterity in the Vernacular Spanish Tradition of Artes Historicae (XVI-XVIIth Centuries)
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Resumen
La preceptiva histórica hispana de los siglos XVI y XVII no ha recibido un tratamien to sistemático por parte de los especialistas y, en el mejor de los casos, fue abordada aisla damente de sus contextos de producción y de circulación. Resulta entonces notable la coincidencia entre el tradicional abordaje de Benito Sánchez Alonso (retomado reciente mente por José A. Gallego en la monumental Historia de la Historiografía española que coordina, reeditada en el 2003) y el de Anthony Grafton en su What was history? (2007), don de el erudito estadounidense subraya el carácter áulico, moralista, retórico y retardatario de la preceptiva histórica de Europa del Sur (en referencia a España e Italia), marcando una distancia insalvable con la preceptiva innovadora de Europa del norte. La misma distancia que media entre la producción de escritores pedagógicamente efectivos y la de lectores críticos y contestatarios. No obstante, si bien la recepción de la tradición clásica, la elección de la forma narrativa y el carácter pragmático de la escritura histórica, ligada a las necesidades de la Corona española, cons tituyen rasgos definitorios de la preceptiva hispana durante la Modernidad temprana europea, esto no implica que a dicha perspec tiva se le deba negar un estudio específico que atienda a su particular y distinto proceso de conformación y desarrollo, en comparación con las preceptivas históricas coetáneas latina e itálica. Una de las peculiaridades de la pre ceptiva hispana radica en su carácter verná culo, coincidente con la gestación de una conciencia lingüística diferencial que implicó una recepción por lo menos ambigua del le gado clásico. Recepción caracterizada, como ya señalaba A. Maravall, por una primera identificación de los vocablos castellanos con etimologías griegas y latinas, para luego pro clamar la independencia y la superioridad de la lengua española sobre el resto de las lenguas, en consonancia con el apogeo del imperio ibérico bajo el emperador Carlos V. En este sentido, no es casual que gran parte de los preceptistas hispanos (de Fox Morcillo a Jerónimo de San José), insistieran en la necesi dad de convertir su lengua madre en lengua de cultura, afirmando que a las grandes haza ñas de los españoles, superadoras de los Antiguos por lejos, sólo faltaba una lengua que pudiera narrarlas. Otro punto importante que discutiremos, son las recepciones que los preceptistas hispanos hicieron de los lugares comunes de autores grecorromanos clásicos (Luciano de Samosata, Tucídides, Polibio y Cicerón, entre otros) que habían sido compilados por la tratadística histórica latina del Renacimiento como mandato con respecto a tres requisitos, que toda buena historia debía cumplir: (1) verdad; (2) imparcialidad y (3) utilidad. En este marco, sostendremos que los modos en que los preceptistas españoles respondieron al problema de conciliar criterios serios de prueba y control documental con el carácter oficial de sus historias (escritas gene ralmente por encargo) y la reflexión sobre las relaciones entre teoría y práctica historiográfica que esta situación entrañó, dieron lugar a la elaboración de estrategias exitosas que, lejos de perpetuar imperativos morales y estilísticos, posibilitaron a largo plazo el avance de la crítica histórica.
Abstract
Spanish artes historicae from 16th to 17th centuries have not been systemat ically studied by specialists and, in the best scenario, their contexts of production and circulation have been neglected. It is remark able the coincidence between Benito Sánchez Alonso’s traditional approach (recently followed by José A. Gallego as coordinator of a mon umental History of Spanish Historiography, republished in 2003) and Anthony Grafton’s What was history? (2007), in which the American scholar emphasizes the contrast between the aulic, moralist, rhetoric, retarding artes historicae of Southern Europe (in reference to Spain and Italy) and the innovative artes his toricae of Northern Europe. The same contrast operates between the production of pedagog ical effective writers in the South and critical readers of history in the North. Although the reception of Classical tradition, the choice of a narrative pattern and the pragmatical cha racter of the Spanish artes historicae (which responded to the needs of the Crown) could be seen as defining features of this vernacular tradition in Early Modern Europe, we cannot deny to this tradition a regionalcase study devoted to its peculiar origins and process of development, in comparison with the con temporary vernacular Italian and Latin tradi tions of artes historicae. One of these particular features is the fact that the devel opment of a vernacular tradition of Spanish artes historicae coincides with the evolvement of a linguistic differential consciousness that implied an ambiguous reception of classical tradition. Reception that operates in two stages, as pointed by A. Maravall, first through an identification of Spanish terms with Greek and Latin etymologies, then gradually the independence and superiority of Spanish language (among other languages) is conquered, when Spanish Empire reaches its peak with Charles V as Holy Roman Emperor. In this sense, it is not by chance that most of Spanish writers of artes historicae (from Fox Morcillo to Jerónimo de San José) insisted in the need of transforming their Mother tongue into a language of culture, arguing that to match the great deeds of Spaniards, which surpass the Ancients by far, only a language capable of narrating them was missing. Another in teresting point that will be addressed in detail is the reception that Spanish writers of artes historicae made of the loci comunes that had been extracted from Classical authors (Lucian, Thucydides, Polybius, Cicero) and compiled by Latin renaissance artes historicae in relation to three rules that every good historical nar rative should follow: (1) truth; (2) impartial ity and (3) utility. We will argue that the ways in which Spanish historians responded to the need of reconciling criteria of historical proof with the official character of their histories, as well as the reflection that this contradictory situation caused over the relationship be tween historiographical theory and practice, paved the way for the elaboration of success ful strategies that, instead of perpetuating moral and stylistic imperatives, made possible in the long run the advancement of historical criticism.
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